miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cuentos con moraleja: La tonta que quería tener inteligencia

Después de leer el título de este maravilloso cuento seguro que alguno está pensando que voy a contaros una versión sui generis del Mago de Oz. No van por ahí los tiros. Encontré este cuento en la apócrifa biografía del cuentista griego Esopo.

Esta es mi versión:

Una mujer sufría mucho porque su hija era tonta y odos los días le rezaba a Dios para pedirle que le diera algo de inteligencia. La muchacha, que escuchaba sus plegarias, sentía una gran pena por su madre.
Un día fueron al campo a dar un paseo. La madre se quedó descansando debajo de un árbol y la tonta se fue a dar una vuelta por los prados. Al acercarse a una arboleda escuchó unos ruidos sospechosos y se internó en ella. Allí descubrió a un hombre penetrando a su burra. La chica no supo interpretar bien lo que estaba sucediendo y le preguntó al hombre qué hacía.    
-Le inspiro inteligencia –le explicó el hombre, que se había quedado paralizado.
La tonta, aunque lo era, no tardó en relacionar lo que acababa de escuchar y las oraciones de su madre.          
-Pues inspírame a mí también inteligencia –le suplicó.
La proposición era muy tentadora para el hombre, pero no le pareció bien aprovecharse de que la muchacha fuera tan corta de luces y le dijo que no. Para excusarse le explicó que no se lo haría a ella porque las mujeres son siempre muy desagradecidas.
            -No es verdad –dijo la tonta-. Mi madre sí te lo agradecerá. Si me inspiras inteligencia, ella te recompensará.
La chica insistió tanto que, finalmente, el hombre accedió a sus súplicas y la desvirgó.
Nada más terminar, la tonta salió corriendo en busca de su madre para darle la buena noticia. Estaba totalmente eufórica:
            -¡Ya tengo inteligencia, madre! –le gritaba-. ¡Ya tengo inteligencia!
La madre, que no podía comprender qué era lo que le quería decir, le siguió el juego y le preguntó de dónde la había sacado.
            La muchacha le explicó cómo había descubierto a aquel hombre penetrando a su burra con una cosa rojiza, larga y dura que tenía entre las piernas y cómo ella misma le había pedido que le hiciera lo mismo.
            -Hija mía –le dijo la madre después de escuchar con espanto la historia-, no solo no has conseguido ser más inteligente, sino que has perdido la poca inteligencia que pudieras tener antes.


Muchos dichos y frases hechas podrían servir como moraleja de esta historia: salirte el tiro por la culata, ir por lana y salir trasquilado, tirar piedras a tu propio tejado, etcétera. Esto mismo es lo que les ha pasado en Castilla-La Mancha a muchos que han votado al PP. A algunos de forma directa, que seguro que muchos de los 15.000 empleados públicos que se van a quedar en la calle les votaron. A otros de forma indirecta. Me refiero a toda esa gente que cree en lo público (en la sanidad pública, en la educación pública, en las prestaciones por desempleo, en las jubilaciones, etc.) y se ha dejado engañar por las falacias populistas de los populares.

El PP no cree en la rentabilidad de las empresas públicas y siempre va a favorecer todas las iniciativas privadas que ocupen su espacio. No van a eliminar todo lo público porque no es posible, pero sí pueden reducirlo a una mínima expresión, a unos precarios servicios mínimos para los que no puedan pagar un seguro médico privado, un colegio privado o concertado, o un fondo de pensiones.

Todos mis respetos por los votantes del PP que comparten su forma de pensar. Toda mi conmiseración para los que creen en lo público y votan al PP. También para aquellos que se han dejado convencer por los discursos en los que los populares piden a los ciudadanos altura de miras y sacrificios personales porque están convencidos de que los recortes que están haciendo en Castilla-La Mancha y en otras regiones son la única forma posible de salvar la maltrecha situación económica. A otro perro con ese hueso.

Que nadie crea que con esto estoy alentando a la gente a votar al PSOE. Hace tiempo que, como le pasó a la tonta con la inteligencia, perdieron la poca credibilidad que tenían (quitaron el impuesto de patrimonio, subieron los impuestos indirectos, dieron un pasito más hacia el despido libre, que está a la vuelta de la esquina, etc.). Comparten más posturas con el PP de las que nos quieren hacer creer por mucho que Rubalcaba se empeñe en maquillarlo. Ha quedado claro en la sumarísima reforma de la Constitución que han hecho en comandita, sin consenso en el parlamento y sin un referéndum ciudadano.

Después de leer este cuento a uno le da por pensar que la protagonista bien pudiera ser la niña aquella de la que hablaba Rajoy en la campaña electoral de 2008.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Yo quiero trabajar 20 horas semanales

Llevo ocho años trabajando como profesor de Secundaria y ahora me doy cuenta de que he dado más de lo que me pedían. Es lo que pasa cuando no te explican bien las cosas, que los profesores hacemos muchos cursos de formación, pero en ninguno te dicen en qué consiste el trabajo del día a día. Y en la oposición menos. Para la oposición solo te piden contenidos teóricos, algunos ejercicios y preparar una programación de curso que tanto el ponente como el tribunal saben que solo funcionaría en los mundos de Yupi. Nadie me dijo que solo tenía que trabajar 18 o 20 horas semanales. En estos últimos cursos he impartido 19 horas lectivas semanales. Algunos compañeros, 18. Ahora parece que nos las van a subir a 20 o 21. Supongo que esta subida servirá para felicitarnos por lo poco que protestamos cuando el año pasado nos bajaron el sueldo un 11 o un 12%. Ahora que sé que solo tengo que trabajar esas 20 horas lectivas lo veo más razonable. Menudo chollo.
Supongo que es cuestión de organizarse mejor. En los institutos nos obligan a estar en el centro 26 horas. Las horas que no son lectivas se dedican a guardias, reuniones de coordinación y atención a los padres. Para no trabajar más de 20 horas tendré que esforzarme, pero lo conseguiré. En las horas de guardia intentaré escaquearme en cuanto pueda. En las horas de coordinación con el resto de miembros de mi departamento, con el orientador o con otros tutores me llevaré algún autodefinido para entretenerme mientras practico mi gesto de estoy-totalmente-de-acuerdo-pero-voy-a-hacer-lo-que-me-dé-la-gana. Y en las horas de atención a padres intentaré que no venga ninguno dándoles largas.
Estos años también dedicaba mucho tiempo por las tardes a corregir ejercicios y exámenes. Podían haberme dicho antes que no era necesario. Aunque más vale tarde que nunca. Me han quitado un peso de encima. Probablemente, al tener más horas de clase, voy a tener algún grupo más. Y es seguro que van a subir el número de alumnos por clase. No me quiero ni imaginar las horas que me llevaría corregir tantos ejercicios y tantos exámenes. Los ejercicios los haremos en clase y los corregiremos allí mismo. Lo de corregir los exámenes en clase me va a costar más trabajo, que soy muy especialito y me gusta estar muy concentrado cuando realizo esta tarea, pero todo se andará. Supongo que tendré que mandarles que se lean algo o que hagan algún dibujo para que estén calladitos y me dejen trabajar en paz.
Y nada de quedarme sin recreo para castigar a un alumno que se ha portado mal o de mandarle una tarea que luego voy a tener que corregir. Si en el aula hay demasiado escándalo y no se puede dar clase, siempre podremos aprovechar el jolgorio y organizar una fiesta.
La burocracia es otra de las labores que no sirve para nada y que quita mucho tiempo. Ahora nos obligan a elaborar un PTI cada vez que un alumno suspende. Para los profanos: un PTI es un Plan de Trabajo Individualizado. Me he pasado tardes y tardes elaborando estos farragosos documentos que finalmente no sirven para nada. Tendré que aprobarlos a todos para no tener que hacer ninguno. Aprobándolos a todos evitaré además tener cualquier tipo de reclamación. He visto a profesores malísimos que utilizan esta misma técnica y nunca tienen ni quejas de los padres ni de los equipos directivos ni de los inspectores.
Y se acabó lo de prepararme las clases y elaborar materiales nuevos. A mí siempre me ha gustado repasar los contenidos antes de dar una clase para refrescar datos y anécdotas que ilustren el árido contenido del libro, pero eso es un trabajo por el que por lo visto no me pagan. Supondrán que con lo que estudié en la carrera y en las oposiciones será suficiente. No seré yo el que les lleve la contraria. Leeremos el libro de texto y saldremos adelante. Para resolver las dudas supongo que me bastará con mi bagaje cultural y, cómo no, con mi fecunda imaginación.
Como soy profesor de Lengua y Literatura, todos los años he seguido leyendo libros y haciendo cursos para no quedarme estancado. Ahora comprendo que es ridículo tanto esfuerzo. Con el nivel tan bajo que exigimos en las aulas tengo suficiente con lo que ya sé.
En estos años dedicados a la docencia más de un alumno me ha dicho que los profesores vivimos muy bien, que solo trabajamos por las mañanas y tenemos muchas vacaciones. ¡Angelitos! Ya sabemos cómo son los adolescentes y cómo les gusta repetir las cosas que oyen en sus casas. Al principio intentaba defender la profesión, pero desde hace unos años les doy la razón y les animo a hacerse profesores si tanto les gusta.
Este curso, después de lo que está diciendo la Esperanza Aguirre y de que en los medios de comunicación solo hablan de nuestras horas lectivas como si fuera lo único que hacemos, me espero lo peor. No me extrañaría que algún alumno me soltara que soy un vago y un caradura, que así de espontáneos y naturales son los jóvenes de hoy. Me gustaría poder darle la razón cuando suceda.